Actualmente existen unas cuatro millones de hectáreas que se dedican a la siembra de droga, especialmente en las zonas serranas de Oaxaca, Guerrero, Chihuahua, Jalisco, Chiapas y Michoacán. Esta cantidad, señala el funcionario, se mantiene sin variación desde hace por lo menos tres sexenios, lo que evidencia el fracaso de la política de erradicación implantada por el gobierno federal.
México.- En amplias regiones del país los narcotraficantes se han convertido en los proveedores principales de los campesinos, pues suplen el abandono tradicional de las autoridades hacia el campo, reconoce el presidente del Tribunal Superior Agrario, Ricardo García Villalobos.
Actualmente existen unas cuatro millones de hectáreas que se dedican a la siembra de droga, especialmente en las zonas serranas de Oaxaca, Guerrero, Chihuahua, Jalisco, Chiapas y Michoacán. Esta cantidad, señala el funcionario, se mantiene sin variación desde hace por lo menos tres sexenios, lo que evidencia el fracaso de la política de erradicación implantada por el gobierno federal.
De hecho, la destrucción de cultivos de amapola y mariguana se ha reducido. Datos de la Procuraduría General de la República señalan que mientras en 2001 se destruyeron 12 mil 437 plantíos, el año pasado la cifra fue de dos mil 169.
Muchos de los cultivos son mixtos, es decir, se siembra droga junto con otro tipo de plantas para evadir los operativos. “Cuando uno sobrevuela Oaxaca o Guerrero es impresionante ver la cantidad de superficie mixta cultivada”, señala García Villalobos. “Es un problema no imputable a los campesinos, que son los mexicanos más pobres; si la gente se muere de hambre y alguien les adelanta pagos, les da la semilla y asegura la compra de la cosecha, pues por necesidad entran al asunto”.
Es lo que solía hacerse en el pasado, cuando existían programas públicos para apoyar la producción agrícola. Al cancelarse los apoyos, los campesinos quedaron sin opciones y se volvieron presa fácil para los narcotraficantes, quienes les ofrecen en promedio un salario de 250 pesos diarios, sólo por cuidar los cultivos. Adicionalmente, los narcos pagan por la cosecha.
En cambio, de acuerdo con estudios de la Confederación Nacional Campesina, el promedio del subsidio oficial para la siembra de maíz es de siete mil pesos al año: apenas 19 pesos por día.
Por eso la influencia cada vez mayor de los narcotraficantes en el campo. “Suplen la impericia del gobierno”, indica García Villalobos. “Es un problema que se veía venir desde hace tres sexenios, cuando se redujeron los apoyos al campo y se agudizó la miseria. Por eso se generó el fenómeno que ahora vivimos”.
Tan fuerte es la influencia de los narcotraficantes en las zonas rurales que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en algunas partes, como la zona rarámuri de Chihuahua, el cultivo de mariguana redujo la migración de indígenas, un fenómeno que se mantuvo por lo menos en los últimos 50 años.
México.- En amplias regiones del país los narcotraficantes se han convertido en los proveedores principales de los campesinos, pues suplen el abandono tradicional de las autoridades hacia el campo, reconoce el presidente del Tribunal Superior Agrario, Ricardo García Villalobos.
Actualmente existen unas cuatro millones de hectáreas que se dedican a la siembra de droga, especialmente en las zonas serranas de Oaxaca, Guerrero, Chihuahua, Jalisco, Chiapas y Michoacán. Esta cantidad, señala el funcionario, se mantiene sin variación desde hace por lo menos tres sexenios, lo que evidencia el fracaso de la política de erradicación implantada por el gobierno federal.
De hecho, la destrucción de cultivos de amapola y mariguana se ha reducido. Datos de la Procuraduría General de la República señalan que mientras en 2001 se destruyeron 12 mil 437 plantíos, el año pasado la cifra fue de dos mil 169.
Muchos de los cultivos son mixtos, es decir, se siembra droga junto con otro tipo de plantas para evadir los operativos. “Cuando uno sobrevuela Oaxaca o Guerrero es impresionante ver la cantidad de superficie mixta cultivada”, señala García Villalobos. “Es un problema no imputable a los campesinos, que son los mexicanos más pobres; si la gente se muere de hambre y alguien les adelanta pagos, les da la semilla y asegura la compra de la cosecha, pues por necesidad entran al asunto”.
Es lo que solía hacerse en el pasado, cuando existían programas públicos para apoyar la producción agrícola. Al cancelarse los apoyos, los campesinos quedaron sin opciones y se volvieron presa fácil para los narcotraficantes, quienes les ofrecen en promedio un salario de 250 pesos diarios, sólo por cuidar los cultivos. Adicionalmente, los narcos pagan por la cosecha.
En cambio, de acuerdo con estudios de la Confederación Nacional Campesina, el promedio del subsidio oficial para la siembra de maíz es de siete mil pesos al año: apenas 19 pesos por día.
Por eso la influencia cada vez mayor de los narcotraficantes en el campo. “Suplen la impericia del gobierno”, indica García Villalobos. “Es un problema que se veía venir desde hace tres sexenios, cuando se redujeron los apoyos al campo y se agudizó la miseria. Por eso se generó el fenómeno que ahora vivimos”.
Tan fuerte es la influencia de los narcotraficantes en las zonas rurales que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en algunas partes, como la zona rarámuri de Chihuahua, el cultivo de mariguana redujo la migración de indígenas, un fenómeno que se mantuvo por lo menos en los últimos 50 años.